MUNDOS REFLEXIONADOS   

La Empresa, Promotora del Liderazgo con Valores. 
El Desafío de extender los Valores y prácticas éticas al resto de la sociedad

Lic. Alejandra Benitez
Profesora en el Master en Dirección de Recursos Humanos. USAL. Cátedra Innovación y Promoción del Cambio.

Disertante invitada en diversos foros y universidades y autora de artículos de su especialidad. 
abcreativa2@hotmail.com
 

 

No hay liderazgo sin alguien que construya una visión compartida

Introducción 

La Misión del líder es proponer nuevos caminos que conduzcan a todos un paso más cerca de sus objetivos personales y prepararlos para que ellos puedan, a su vez, descubrir y construir nuevas formas de convivencia y transformación de la realidad en beneficio de la mayoría. 

En una sociedad jaqueada por la incertidumbre y la falta de confianza confluyen interrogantes y demandas sobre la necesidad de un nuevo liderazgo con valores. Pero quién puede, en las condiciones actuales, aunque fuera parcialmente, ejercer ese liderazgo? 

Las empresas, como productoras de riqueza, organizadoras del trabajo y contribuyentes al desarrollo social, tienen hoy una oportunidad inigualable para convertirse en motor de transformación de nuestra sociedad, tan necesitada de valores y conductas éticas.

Asimismo, porque tienen una responsabilidad social, y están insertas en una sociedad que carece de caminos alternativos donde desarrollarse, la empresa en la conjunción de recursos, metas y valores, encuentra un territorio totalmente virgen para asumir el Liderazgo de un proceso de transformación productiva basada en el respeto de los valores.  

La idea básica que presentamos es que: las empresas que sustentan sus metas, estrategias y acciones en la ética y los valores compartidos, poseen la estructura y la sensibilidad social como para contribuir a la reconstrucción de una Argentina, que reconcilie la familia, la economía y la sociedad con los más altos valores humanos.   

Al principio 

Si hay algo que fascina cuando se visitan las ciudades del viejo continente es la multiplicidad de testimonios arquitectónicos y artísticos que reflejan la contribución individual y grupal de generaciones de artesanos. Hombres que provistos de una exquisita sensibilidad transformaron los materiales más diversos en obras de arte o parte de construcciones que hoy siguen enorgulleciendo. Muchas comunidades de la era preindustrial no disfrutaron de muchos de los beneficios de la modernidad, pero tenían algo que hoy estamos recuperando, la posibilidad de hacer una contribución significativa y conciente con su trabajo.  

A fines del siglo XIX y principios del XX, en pleno advenimiento de la era industrial[1], la máquina se instaló en el centro de la economía. Su presencia en los distintos sectores productivos y de servicios, como hilados, carbón, transporte, etc. movilizaron enormes cantidades de personas y recursos modificando la estructura de las comunidades, sus valores, la naturaleza del trabajo y hasta el uso del tiempo. 

La división de tareas que se derivaba de la concepción del hombre como extensión de la máquina dejaba poco margen para realizar contribuciones individuales.  

En la era de los servicios, que surge con posterioridad, las reglas no se modifican demasiado, y las personas en las organizaciones siguen adaptando su trabajo a las directivas de alguien que conoce y ordena la totalidad del juego.  

Hasta hace no mucho los paradigmas implícitos en un modelo económico propio de la era industrial y luego de la de servicios, sostenían la vigencia de reglas de juego que no sólo focalizaban en la construcción de riqueza para los dueños o sus accionistas a cualquier precio y sin importar demasiado los medios, sino que ignoraban o desestimaban el poder de la contribución individual al destino de la empresa. 

Las experiencias de fracasos empresarios por graves faltas éticas cometidas, el empobrecimiento de la tarea, cuando no el desempleo, los problemas de stress y sus efectos sobre el rendimiento, .... ponen en tela de juicio estas reglas y aparecen numerosas voces que ponen al hombre, con su dignidad y talento y a la ética en el centro de la escena. 

Podría decirse que la era industrial fue una época de Visión sin Valores. Es decir, existía una idea del futuro que se quería construir, pero no existía una definición clara de los valores que tenían que sustentar esa construcción. En general, predominaba el concepto de funcionalidad o sea que un hecho, objeto o persona VALE en la medida que cubre una necesidad del medio, contexto o mercado en el que se inserta. En esta perspectiva no entran los juicios de valor.[2] 

Fueron tiempos de grandes visionarios que entendieron las necesidades de la sociedad y del poder y las tendencias del mercado. Se construyeron naciones poderosas sobre la base de ideologías y/o de emporios industriales y comerciales[3]. Se desarrollaron verdaderas potencias políticas y económicas sobre iniciativas empresariales públicas o privadas, que respiraban el mismo espíritu de expansión y muchas veces la misma ausencia de valores o de ética, que sus líderes políticos.  

Creencias básicas y nuevas realidades 

1. Sin justicia y sin valores no hay futuro sustentable.

El ideal de ser (Argentina) una comunidad de personas libres e iguales está constantemente herido por un conjunto de factores contrarios a ese propósito - el crecimiento explosivo de la marginación y las desigualdades, la violencia criminal... y por sobre todo la ausencia de justicia. Con este parráfo el Dr. Natalio Botana abre un artículo sobre La amistad social donde plantea la recuperación de la justicia como el camino hacia una normalización social. 

Quizá lo que más duele sea la ausencia de justicia, que como dice Botana “sin ese principio arraigado en los hábitos no hay estabilidad que valga: ni en los contratos, ni en las expectativas ni, por ende, en las relaciones y confianza recíproca”.  

Esto se traduce en el hecho que la sociedad sortea día a día la dificultad de carecer de un marco estable de reglas de juego que permitan la elección y decisión sobre lo que es más conveniente para cada uno.

Una segunda consecuencia, tal vez más grave, es la falta de motivación para sostener los propios valores con la conducta personal. 

2. Nuevo espacio para la contribución personal

Las empresas modifican el concepto sobre sí mismas y pasan de considerarse como una maquinaria eficiente donde cada elemento tiene una función rígida e intercambiable,  a verse como un organismo vivo, multidimensional, que requiere de un ámbito propicio para desarrollarse. Vista así la empresa es una pieza clave en la articulación entre las personas, la economía y la sociedad. Esto da lugar a una dimensión nueva de posibilidades y a una dinámica de intercambio entre las personas, las tareas, los beneficios y la sociedad.  

3. El valor del Ambiente

Coincidiendo con Peter Senge y otros autores, Alberto Levy[4] señala que en la era del conocimiento, la mentalidad de la gente es el motor de cualquier empresa. “Para ello el líder crea un clima de crecimiento personal, de estímulo intelectual, y actúa como consejero, como entrenador. El verdadero liderazgo no consiste más en dar órdenes, sino en ayudar a la gente a crecer, es proponer valores, puesto que las personas además de dinero aspiran a un crecimiento personal, aprecio y sentido de pertenencia”.

En la organización de las empresas de la era del conocimiento, las reglas cambian sustancialmente. Quien dirige ya no tiene, por lo general, todo el conocimiento técnico necesario sino que su gestión depende en gran medida de la contribución que cada empleado hace al negocio.  En este contexto, el foco de quien dirige está puesto en las condiciones ambientales motivadoras que estimulan a que cada uno haga su mejor aporte. Esto requiere el conocimiento de las fortalezas y potencialidad de los liderados, para que cada uno llegue a ser lo mejor que puede ser y llevar al grupo a su mejor nivel.  

4. La responsabilidad social de las empresas

En su esencia la empresa es una institución hecha por hombres, que articula en su dinámica los aspectos personales,  profesionales y sociales de sus integrantes.

Ordena sus acciones en base a estrategias que apuntan al cumplimiento de metas  y objetivos orientados a la satisfacción de ciertas necesidades. 

Pero hoy se habla además de la responsabilidad social de las empresas. Esto supone que las empresas existen no solamente para generar ganancias para sus dueños sino para satisfacer expectativas sociales, una de las cuales es la ganancia económica. Muchas empresas hacen hoy una bandera de la responsabilidad social, integrando su habilidad para dar respuesta a problemas económicos con la habilidad para dar respuesta a problemas sociales, asumiendo de este modo, una responsabilidad hacia la sociedad de la que forman parte.   

La Oportunidad 

Cómo se puede sembrar esperanza si los esfuerzos no tienen recompensa justa? 

Cómo se puede alimentar la confianza, si no hay reglas y las que hay no son claras? 

Cómo se puede sostener la autoestima si en el trabajo se trata a las personas como si fueran piezas descartables de un juego que sólo comprenden los dueños? O si simplemente no hay un lugar ni espacio para la contribución personal; si no hay trabajo?

Cómo van a cambiar las cosas cuando la creencia generalizada es que no se puede hacer nada? 

Cuánto tiempo más se puede vivir sin respetar los valores básicos que sustentan una convivencia pacífica, sin afectar la esperanza y las ganas de luchar por el futuro del país? 

Valores y ética son requisitos indispensables para sostener dentro de las empresas y de la sociedad:  

  • La visión de un futuro deseado,
  • las decisiones justas,
  • las propuestas innovadoras para un mejor aprovechamiento de los recursos y
  • el flujo de energía creadora que aliente la generación de ideas y alternativas y la creación de múltiples oportunidades.

 El líder en este contexto (cito a Correa nuevamente) dice: “es un “border” ya que para poder agregar valor al medio debe poseer algunos valores distintos, y para poder predicarlos debe poseer valores en común, que lo legitimen y le permitan estar en una zona de credibilidad estable”. 

Por qué las empresas? 

Porque las empresas cuentan por lo general con un cuerpo de valores explícitos o encarnados en sus dueños que reflejan embrionariamente las reglas de convivencia que hacen posible el trabajo en común y el aprovechamiento de recursos y oportunidades.  

Para una empresa que adhiere a valores que respetan la vida y la persona y que obtiene beneficios de una actividad justa, honesta y confiable, a la vez que refleja su responsabilidad social, resultaría sencillo convertirse en un faro que guíe las conductas de sus empleados, clientes, proveedores y la sociedad en general. 

Cada uno y la sociedad como un todo están ávidos de ejemplos de un Liderazgo que opere desde los valores. Si cada empresa fuera un ámbito de justicia y valoración el ánimo, la motivación y la esperanza de muchos se renovaría. Se fortalecería la convicción de que se puede y de que vale la pena sumar.  

Liderazgo y Valores 

“En nuestra vida privada y en nuestra vida empresarial, muchas veces nos encontramos ante situaciones en la cuales el hilo que separa lo ético de lo no ético es muy pero muy fino. Los valores son la brújula para guiar las decisiones, pero esos valores no surgen de la nada, se deben cultivar, como se cultivan las virtudes, con la práctica paciente y constante, con la humildad de cometer errores y enmendarlos, con la generosidad de ayudar a crecer a los demás”. (Rosa Caballero de Badano. Buxis Boletín electrónico 3 07 03) 

La conjunción de Liderazgo y Valores sustentados por un visión de futuro del cual estar orgullosos, constituye la piedra angular de todo proyecto de país, empresa o grupo humano que se proponga alcanzarlo. 

En el mundo empresario en general, los Valores que sostienen una estrategia resultan funcionales al objetivo que ésta tiene. Es decir, deben ser útiles, cubrir la necesidad que el medio requiere para potenciar la tendencia del Destino a construir[5].

A nuestro juicio la funcionalidad no puede ser sostenida a cualquier precio. Hoy es un reclamo de la sociedad, que las empresas, como mínimo, promuevan valores alineados con el respeto por la vida y el medio ambiente.

Concientes de esta demanda las empresas incluyen en sus presentaciones institucionales la descripción de su Visión, Misión y forma de gestión como una señal clara de su compromiso con los valores que ellos creen son los esperados por sus accionistas, clientes, empleados y proveedores.  

A continuación presento un par de ejemplos de empresas internacionales con filiales en Argentina: Telefónica y Pzifer.

Para resguardar la precisión de la información presento los ejemplos a través de la trascripción literal (en itálica) de los párrafos que me parecieron pertinentes al tema.  

En el caso de Telefónica[6], su Presidente plantea primero las condiciones para su gestión.(Extracto del discurso del Presidente. Junta General de Accionistas 2002). 

“La gestión de una organización por valores requiere el esfuerzo de todos y cada uno de los empleados que la integran, empezando por la alta Dirección. La mejor comunicación de los valores de una compañía es siempre a través del liderazgo y el ejemplo”.  

Y luego pasa a definir cuáles son esos valores. 

En Telefónica asumimos un compromiso público: aspirar a que nuestros accionistas, clientes, empleados y sociedades de los países en los que operamos, confíen en nosotros por nuestra capacidad de asumir y cumplir nuestros compromisos.

Esta Confianza declina de distinta manera en cada uno de nuestros distintos grupos de interés:

- Para nuestros accionistas, la confianza se traduce en rentabilidad y transparencia.
- Para nuestros clientes, en calidad de servicio y cumplimiento de las promesas.
- Para nuestros empleados, en claridad en la relación y desarrollo profesional.
- Para la sociedad en la que colaboramos en su conjunto, en cercanía, compromiso y contribución que desemboca en la responsabilidad social. 

¿En qué nos va a ayudar el proyecto de Valores?
La dirección por valores es un aliado para implantar la nueva estrategia del Grupo. Todos, no sólo Recursos Humanos tenemos que trasladar los valores a todas las políticas y procesos de negocio del Grupo. De conseguirse así, seríamos vistos con más solidez en el mercado, y supondría también la obtención de mejores resultados de negocio, por el aprovechamiento de las sinergias. Estaríamos construyendo una forma de ser propia que nos diferencie como Grupo (sumando) y así nos ganaremos la confianza de nuestros accionistas, clientes, empleados y de las sociedades donde estamos. Nuestros empleados dispondrán de mayores oportunidades de desarrollo profesional, porque la identificación y el desarrollo del talento es nuestra prioridad. Además, la claridad va a hacer que alineemos nuestras políticas de comunicación, tendentes a garantizar que la información que se recibe es completa y de calidad. En este sentido, se ha diseñado un Plan de Comunicación en cascada del Proyecto de Valores, que tiene por objetivo dar a conocer a todos los empleados, hasta el último, esta nueva forma de gestionar por Valores.
 

¿Qué valores reforzamos con ello?
Evidentemente la claridad, porque se sabrá qué estilos y comportamientos queremos; la cercanía, porque los estilos serán los mismos en todos los países y negocios; la transparencia, porque supondrán una mayor promoción del talento y el refuerzo del desarrollo profesional de los empleados. Nadie duda de que el talento… lo tenemos en casa.”
 

En el caso de Pfizer, esta empresa ha tomado la siguiente posición:

En Pfizer Argentina[7] “entendemos, dice en su página institucional, que la inversión y el compromiso con nuestros empleados es la clave para el éxito continuo. Como empresa estamos orientados a cubrir las necesidades individuales de todos nuestros clientes, comenzando por nuestra gente. Para lograrlo, nos esforzamos día a día en llevar a la práctica nuestros valores y conductas de liderazgo generando así un ambiente laboral cálido y productivo, asegurando que las políticas de capacitación y desarrollo, las compensaciones, los incentivos y los beneficios que reciben nuestros empleados sean competitivos y atractivos.

 

Para alcanzar nuestra Misión, deberemos afianzar y desarrollar aquellos valores perdurables que han de convertirse en la esencia de nuestra Organización

Integridad
Exigimos de nosotros y de los demás altos estándares éticos, y que nuestros productos y procesos sean de la mejor calidad.

Innovación
Consideramos que la innovación es la clave para mejorar la salud y sostener el crecimiento y la rentabilidad de Pfizer.

Respeto por la Gente
Reconocemos que la gente es la piedra angular del éxito de Pfizer. Consideramos nuestra diversidad como un factor de fortaleza y estamos comprometidos a mantener nuestra tradición de tratar a los empleados con respeto y dignidad.

Orientación al Cliente
Estamos totalmente decididos a ir al encuentro de las necesidades de nuestros clientes y nos esforzamos permanentemente por satisfacerlos

Trabajo en Equipo
Sabemos que para ser una compañía exitosa y satisfacer las cambiantes necesidades de nuestros clientes debemos trabajar juntos, trascendiendo frecuentemente fronteras organizacionales y geográficas.

Liderazgo
Creemos que los líderes brindan oportunidades a quienes los rodean, compartiendo conocimientos y premiando el esfuerzo individual. Ofrecemos oportunidades de liderazgo en todos los niveles de nuestra organización.

Desempeño
Nos esforzamos por mejorar continuamente nuestro desempeño, midiendo cuidadosamente los resultados y asegurando que la integridad, el reconocimiento y el respeto por la gente nunca se vean afectados.

Comunidad
Nos reconocemos parte de la comunidad en la que operamos y sabemos que a largo plazo ésta tiene un impacto directo sobre el resultado de nuestros negocios. Aseguramos que todas nuestras políticas de gestión están orientadas a contribuir con su desarrollo y a garantizar el respeto de sus valores e instituciones.”

 

Me pareció interesante traer estos ejemplos por varios motivos. 

Las elegí, en primer lugar, porque el enunciado de la misión y los valores válidos para la casa matriz y sus filiales parece indicar, por un lado que los valores si bien cumplen con la condición de ser funcionales al objetivo de la organización, son también universales, es decir, que pueden ser y son compartidos por gente de distintos países y culturas.   

Por otra parte ambas empresas proponen como parte de su gestión el concepto de Dirección por valores, equivalente a Liderazgo con Valores; de modo tal que resulten una ejemplificación de cómo funciona este principio de gestión en la realidad.  

Segundo, de la comparación de ambas propuestas se puede inferir que el peso que tiene la elección de valores, su definición y su significado profundo determinan por una parte realidades empresariales muy distintas, y por otra generan una percepción por parte de la sociedad y el mercado significativamente diferente.   

Si esto es así, significa que los valores sustentados por cada empresa no resultan indiferentes o neutros respecto de los resultados e impacto sobre las conductas de sus empleados y sobre la calidad de productos y servicios que se ofrecen a la sociedad. Es más, es posible que el hecho que una empresa enuncie un valor, como la transparencia, en una sociedad que necesita y reclama dicho valor, puede otorgarle una mejor imagen y un elemento de diferenciación o atracción adicional.  

El Desafío de extender los Valores y prácticas éticas al resto de la sociedad 

El mundo de la Empresa ofrece un punto de encuentro entre la persona individual y la sociedad y es en esta realidad sobre la que se apoya esta propuesta.  

En la dinámica de las empresas se da la conjunción de cuatro dimensiones:

Personas, Capital Social, Utilidad Económica, y Contribución a la Sociedad. 

 

La dimensión personal se sustenta en cada persona, concebida como una unidad entre sus aspectos físico, intelectual, emocional y espiritual.

Es el elemento básico constitutivo de toda organización. 

La persona al sumar su conocimiento, constituye la base del Capital Social de la empresa. Este capital se compone de conocimiento, habilidades, experiencias y valores socializados y compartidos con otros miembros de la organización.  

La aplicación del Capital Social a la transformación de componentes primarios en productos o servicios son la fuente de utilidades económicas de la empresa tanto para accionistas, clientes y empleados.

Finalmente el beneficio y retribución que recibe cada uno de ellos constituye una parte de la contribución que la empresa hace a la sociedad, bajo la forma de conocimientos o recursos, sumando además otras iniciativas que sostienen e impulsan el desarrollo social.  

Esta dinámica que comienza en la persona y termina en la sociedad marca una

oportunidad para que las empresas se conviertan en verdaderos agentes de cambio de la sociedad.

El esquema básico, aunque ligeramente modificado, responde a la visión con que Jorge Yarce del Instituto de Liderazgo Latinoamericano[8] plantea la interacción entre empresa y sociedad.   

Un ejemplo de este poder transformador lo tuve hace unos años cuando entrevistaba una empresa candidata al Premio IPYME del Banco Galicia.

Uno de sus mayores atributos era su filosofía y práctica de la calidad, que había logrado después de varios años. Recuerdo que estábamos conversando con un grupo de operarios y uno contó que cuando comenzaron con el entrenamiento para preparar la empresa para certificar ISO 9000, tuvieron grandes dificultades porque en sus hábitos el valor calidad o excelencia, atención al cliente, etc. diferían bastante de lo deseado. Sin embargo, poco a poco los principios de higiene, orden y excelencia fueron aceptados, practicados y finalmente incorporados. Lo curioso de la historia es que en su caso, como en el de muchos otros, casi sin darse cuenta al principio y luego concientemente, fueron trasladando estos principios al ámbito familiar. Más allá de las bromas iniciales, que obviamente surgieron, fue muy claro que cuando se convencieron de que la calidad, la higiene, el orden daban sus frutos a nivel empresa, se dispusieron a aprovechar parte de esos beneficios en su vida personal y familiar.

Es un hecho fácilmente verificable que las estructuras empresarias cotidianamente tienen la oportunidad de influenciar positiva o negativamente las conductas y la vida de miles de personas, al encarnar o contrariar  los valores que predican y sostienen.

Esta es la fuerza y la potencialidad que veo en el hecho de que las empresas, concientes de este Liderazgo natural que pueden ejercer en la sociedad asuman su rol y conviertan el conjunto de valores y prácticas empresarias en una escuela de creencias y conductas que derrame sobre el resto de la sociedad.  

En esta misma línea de pensamiento Jorge Yarce, Presidente del Instituto de Liderazgo Latinoamericano[9] sostiene que los valores son una ventaja competitiva para la empresa puesto que:  

  • Perfeccionan la persona
  • Otorgan sentido al trabajo;
  • Hacen posible el trabajo en equipo;
  • Dan calidad a la tarea;
  • Construyen liderazgo; 
  • Incrementan la creatividad; 
  • Sustentan la cultura de servicio;
  • Y generan una cultura sana, basada en el respeto y la justicia.
  • Crean una sociedad mejor 

En síntesis ser mejor para hacer mejor.  

Actualmente el mundo del trabajo es un espejo del escenario internacional. Como consecuencia de la globalización de gran parte de los aspectos de la vida, por un lado las decisiones y acciones individuales pueden tener una repercusión mucho mayor afectando a mayor número de personas. Por otro, las personas se ven enfrentadas al desafío de convivir, trabajar y crear en medio de grandes diferencias culturales. Diferencias que tienen su origen entre otras causas en la diversidad de orientaciones profesionales, estilos de pensamiento, liderazgos, ideologías, fines, nacionalidades o valores.  

La Empresa de hoy refleja la complejidad del mundo, pero a escala logra a través de la combinación de Valores, Estructura y Liderazgo crear riqueza y armonizar la concreción de objetivos individuales, económicos y sociales.  

La armonización de la cultura y por tanto los valores y creencias que constituyen la trama invisible de las decisiones, constituye una de las palancas de este cambio. Para lograrlo se pone especial énfasis en el desarrollo de habilidades para la relación intrapersonal como también interpersonal. Estas habilidades, que se han deteriorado tanto en nuestra sociedad, tendrían una posibilidad y medios concretos para fortalecerse. 

Esta práctica de combinar recursos y transformarlos en realidades útiles a la satisfacción de necesidades, es una experiencia cotidiana de las empresas que podría transformarse en un ejercicio conciente de trasmisión de ciertos valores que aviven en la sociedad, la esperanza en un futuro mejor.  

Es en este nuevo rol donde creemos que la empresa pasa por un momento de privilegio para actuar como catalizador de un proceso de transformación y afirmación de valores profundos.

Por qué se necesita que alguien lidere la transformación? 

El Dr. Natalio Botana dice, refiriéndose a la Argentina “es una [10] sociedad desgarrada por la enemistad política, ... luego suplantada, por la enemistad social”.

Se pregunta luego ¿Cómo recrear, entonces, el campo de la amistad?

“Es sabido, responde, que, desde sus orígenes, la teoría política reclamó un mínimo de afecto compartido hacia ciertas virtudes comunes sin las cuales las sociedades corren el riesgo de padecer los efectos devastadores de la desintegración. En los libros VIII y IX de la Ética , Aristóteles llamó a esta exigencia amistad civil o amistad cívica. En el plano de la conducta deseable de los ciudadanos, Aristóteles tuvo el tino de emparentar la amistad cívica con la justicia, pues "en la medida en que hay algo en común hay amistad entre ellos y también justicia". 

A menudo nos asalta la impresión de que es eso lo que nos está faltando: algo en común o en lenguaje más académico, instituciones capaces de representar esa apetencia elemental de amistad y justicia.  

Normalmente uno podría esperar que las personas en el ámbito de la familia fueran los que trasmiten al resto de la sociedad los valores que conforman la ética social. “En épocas normales son las personas las que hacen que una familia eduque y transmita a todo el entramado social los valores que conforman la ética social y hacen que una organización se inserte dentro de esa sociedad con una cultura donde los valores sean respetados[11].”

Pero en una sociedad sin justicia, con una amistad cívica precaria, donde para muchos lo único que los ocupa es la lucha por la supervivencia, es difícil encontrar un espacio de serenidad como para identificar individuos, grupos o instituciones que encarnen aquellos valores comunes que pueden restablecernos al camino del crecimiento y del desarrollo.

Tampoco parece haber tiempo como para ocuparse de refinar las formas de abordaje de los problemas o las formas de convivencia; y mucho menos de corregir las distorsiones que hoy hacen tan difícil la armonía entre el pasado, el presente y el futuro.

 

Cuando todos sienten que no pueden, alguien tiene que asumir el Liderazgo.

El líder, dice Yarce[12], “es un servidor de los demás, y un ejemplo de conducta que enseña a ser y a hacer. Ejerce una influencia que abre nuevos caminos y esperanzas”.  

La propuesta en pocas líneas  

El liderazgo surge de la sensibilidad para poder adaptarse al medio y de la fuerza para transformarlo.  

Un líder ve el futuro antes que los demás, lo moldea, lo comunica con las palabras adecuadas. Construye su poder por la adaptación dinámica al medio, al contexto, al mercado, por la comprensión de las tendencias y de las fuerzas históricas, y por identificar el rumbo que las mismas toman[13].

Hoy los efectos de crisis económicas, políticas pero fundamentalmente de valores han fortalecido en las personas y las organizaciones las actitudes egoístas que tienen como principal objetivo la supervivencia. Los objetivos de bienestar o desarrollo pierden consistencia y se desdibuja la esperanza de un futuro mejor.

La gente que se siente maltratada por las instituciones o la vida en general está menos predispuesta a colaborar en proyectos que beneficien al conjunto.

En este contexto se ven a las empresas como uno de los actores sociales, mejor organizados para contribuir a la reconstrucción de valores que hagan posible el desarrollo y la socialización del conocimiento. Obviamente el gran requerimiento es que las empresas sean éticas.

Una empresa ética es aquella donde la transparencia y la justicia son la base de su cultura y donde las personas son respetadas por lo que son, lo que hacen y por cómo lo hacen.

 

Las empresas son el punto de encuentro de las personas, el conocimiento, el trabajo, la economía y la sociedad. A través de un liderazgo activo tienen el poder de alinear y sumar los sueños y aportes de miles de personas en favor de la sociedad en su conjunto.

 

La empresa puede fomentar en lo individual la autorrealización de cada uno de sus integrantes, mediante el desarrollo de sus habilidades, de la sinergia con las habilidades de los demás y en el marco de una cultura que promueva la encarnación de valores que den un sentido trascendente a su tarea; en lo económico, la combinación y aprovechamiento del conocimiento de sus empleados en la elaboración de productos y servicios de calidad y a precios convenientes que satisfagan las necesidades del mercado, entre ellas la de la rentabilidad; en lo social tiene la posibilidad de derramar bienestar, compensar desigualdades, promover oportunidades de colaboración entre lo público y lo privado y ejercer un claro liderazgo con valores necesarios para la reconstrucción de un futuro promisorio para el país.

 

 

Reflexiones finales

 

Se dirá con razón que son muchos los cambios que tienen que hacer las empresas para desempeñar este rol, porque no hay empresas éticas sin personas éticas.

No lo niego, pero pondría el acento en la enorme capacidad de impactar en los resultados, si se toma en cuenta la cantidad de gente que trabaja, las horas de su vida que le dedican las personas al trabajo y las expectativas que pesan sobre las empresas de que finalmente aliñen los valores predicados con los valores practicados. Eso es bastante más de lo que tienen otros actores sociales en este momento.

 

Para ponerse en marcha, el primer paso podría ser generar una toma de conciencia sobre esta capacidad o nuevo rol que tienen las empresas y la oportunidad de hacer una contribución de gran impacto al medio donde se desarrollan.

 

Segundo analizar los valores que sustentan sus decisiones y ver de qué manera contribuyen a crear un ambiente propicio al desarrollo de las personas y al fortalecimiento de las prácticas competitivas legítimas que la sociedad requiere.

 

Tercero, ver de qué manera se reflejan en las metas, estrategias y en la forma de gerenciar a personas y recursos.

A veces esto es bastante complicado pero indispensable para la coherencia.

La forma en que se evalúan el desempeño laboral, por ejemplo, lleva implícita una creencia. Puede significar que lo importante es alcanzar las metas, sin tener en cuenta si se traicionaron virtudes morales o si se lograron en base a mentiras, o que lo importante es mantener una conducta honesta aunque se pierda la venta o se tenga que parar la producción... No es un tema menor...

 

Cuarto, entender que la forma de tratar a las personas dentro de la empresa afecta su autoestima y proyección en la sociedad.  Por eso es tan importante trabajar en estructuras que faciliten la congruencia de los valores personales con los de la organización.

 

Esta congruencia entre lo que se declama y lo que se practica, es en sí misma una estrategia de motivación muy poderosa.  Si los valores se viven en la empresa, y las personas sienten los beneficios, es muy posible que estas mismas personas tiendan a reproducirlos en sus hogares, en su vida privada y ciudadana.

 

La oportunidad de ejercer un Liderazgo con valores, y por ende transformador, por parte de las empresas está planteada. Sólo falta querer... y hacer.

 

 

Buenos Aires, Octubre de 2003 

 

 

*Alejandra Benitez

Licenciada en Economía. Universidad Católica Argentina.

Master en Dirección de Marketing. Universidad del Salvador-State University of New York.

Creative Problem Solving Process Certificate. Creative Education Foundation. USA

Miembro de la Creative Education Foundation. NY. USA y de la Asociación de Desarrollo y Capacitación de la Argentina (ADCA). Desde marzo de 2003, Contacto local de la Creativity and Innovation Day. Canadá.  

Es titular de abCreativa. Servicios de Desarrollo Empresarial.

Especializada en CPS (Resolución Creativa de Problemas) y en aplicación de las técnicas de Creatividad a distintos ámbitos de acción. Facilitadora de  Procesos de Decisión y Cambio para individuos y organizaciones.

Consultora y capacitadora en temas de liderazgo y trabajo en equipo. Tuvo a su cargo el rediseño y coordinación académica de un proyecto destinado a la Formación de Líderes para el sector agropecuario (CEIDA).  

Participó en distintos proyectos vinculados al desarrollo de empresarios en el ámbito público y privado,  desempeñándose como: Coordinadora del Instituto para el Desarrollo de la Pequeña y Mediana Empresa. Fundación Banco Galicia; Consultora de la Secretaría de Desarrollo Social;

Consultora del Banco Interamericano de Desarrollo - Ministerio de Economía de la Nación. 

Colaboró en el diseño de proyectos de cambio organizacional.  

Profesora en el Master en Dirección de Recursos Humanos. USAL. Cátedra Innovación y Promoción del Cambio.

Disertante invitada en diversos foros y universidades y autora de artículos de su especialidad.  

abcreativa2@hotmail.com
54 11  4791 5332


[1] Artículo de Calian Technology Ltd ,1999. Citado en www.3M.com

[2] Horacio Esteban Correa. La Alta Gerencia (2da. Parte). Cátedra: Historia Contemporánea y Problemática  del Mundo Actual. Universidad Abierta Interamericana. Sept. 2003

[3] “El Estado-Nación norteamericano consolidado y su rápida evolución hacia el status imperial han liderado y contenido a su pueblo, en lograr cumplir la sentencia de Tocqueville “Estados Unidos es el lugar donde el futuro llega primero”. Horacio Esteban Correa. La Alta Gerencia (2da. Parte). Op cit

[4] Alberto Levy. Liderando en el Infierno. Paidós. Buenos Aires, 2003

[5] Horacio Esteban Correa. La Alta Gerencia (2da. Parte). Op cit

[6] www.telefonica.es; www.telefonica.com.ar

[7] www.pfizer.com.ar

[8]  Instituto de Liderazgo Latinoamericano. Puerto Rico  http://www.pucpr.edu/educontinua/liderazgo

[9] Liderazgo basado en Valores. Instituto de Liderazgo Latinoamericano. Puerto Rico    http://www.pucpr.edu/educontinua/liderazgo

[10] http://www.lanacion.com.ar/03/07/03/do_508332.asp

[11]  Rosa Caballero de Badano. Buxis Boletín Electrónico. www.buxis.com 3 07 03

[12] http://www.pucpr.edu/educontinua/liderazgo

[13] Horacio Esteban Correa. La Alta Gerencia (2da. Parte). Op cit