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Bolívar, un ideal, un pensamiento

José Mercedes Estrada

  Cuando escuchamos alguna reseña de Simón Bolívar pudiéramos pensar que la historia se repite, hay otro aniversario, o bien otra excusa para enarbolar al ilustre caraqueño, con discursos y pensamientos cortados con bisturí y matizados por la intencionalidad, que en muchos casos, da vergüenza y pena por ignorar la extrema significancia de su estirpe y sus sueños frustados. Pero su erguida figura que observamos en las plazas, o en los óleos muy bien decorados, en absoluto expresan la verdadera historia y los dramas y traumas a los que fue sometido el Libertador, sólo por un ideal: libertar a su Patria. Y en eso se le fue la vida, sus sueños, añoranzas y esfuerzos por construir una Patria grande, libre y soberana, una herencia que muchos pueblos desean y que nosotros, sus herederos no hemos sabido apreciar.

Es posible que el legado Bolivariano no sea asimilado en su esencia, lo que no se puede perdonar es que sólo sea un discurso, una moda. Bolívar a su temprana edad saboreo lo duro del destino, a los 9 años queda huérfano de Padre y Madre, sin embargo es heredero de una fortuna incalculable, fue un hombre de mundo, conoció las exquisiteces y la aristocracia, en su adolescencia las atenciones y la vida fácil nunca fue su sueño, la igualdad de los hombres siempre estuvo dentro de sus principios, combatió la esclavitud y la dependencia de los pueblos de las explotaciones de los grandes centros hegemónicos de poder: en una palabra, todo su fortuna y propiedades las puso al servicio de su causa, no fue un pillo que se apropiaba de la cosa pública, no traicionó a sus amigos para sacar provecho y buenas tajadas, nunca pretendió cargos públicos para enriquecerse y abusar de la nobleza de sus conciudadanos, pues la Patria y su felicidad era lo más sagrado para Bolívar. Hoy muchos se erigen como defensores del sagrado pueblo Venezolano, sin embargo, como lo diría Ali "lo que hacen es manosearla", hacer negocios, sacrificando a su pueblo, lo que siempre defendió y en eso se le fue el alma, sus anhelos. Que pobres somos si desconocemos la magnitud del legado de Bolívar.

Ayer, aún en vida, sus esfuerzos y sacrificios no fueron valorados, en las postrimerías de su vida lo trataron como indeseable anteponiendo sus intereses personales a los de la idea de La Gran Colombia. s us compañeros de armas, también menguados, que combatieron en la gesta independentista lo abandonan. Sucre, su predilecto amigo y discípulo, su esperanza, cae en las montañas de Berruecos, abatido ante las balas asesinas. Páez y Santander, entre muchos, caen en la tentación de poder y de las ambiciones personales, se transforman en sus perseguidores inclementes y despiadados, abandonando el mínimo sentido de humanidad y solidaridad para con quien lo dio todo por su País y la región latinoamericana.

Su gran sueño , la consolidación de la " Gran Colombia ", se transformó en la excusa para que sus detractores lo declaran reo de la "justicia", esa que la élite dominante de la época inventó para aniquilar la idea de la gesta Bolivariana. Y termina proscrito, perseguido y abatido por el desengaño. A pesar de su gloria, con nostálgica amargura dijo:  "he arado en el mar" , son las palabras con las que resume su pesadumbre, su desgracia, la ingratitud de quienes lo traicionaron, la deslealtad y pobreza de sus enemigos, pues él que soñó como una sola nación grande y poderosa, sueño este que hoy recobra vigor, como una forma de decirle a Mi General: tu gesta y tu sueño están por cumplirse; no obstante su sueño de desmoronó ante sus ojos y ya al final de su vida declara con amargura: 

"...Yo estoy viejo, enfermo, cansado, desengañado, hostigado, calumniado y mal pagado. Yo no pido por recompensa más que el reposo y la conservación de mi honor; por desgracia es lo que no consigo"...   "Por la libertad de mi patria he abandonado los blasones de una distinguida nobleza, me he visto privado de las delicias de una grande fortuna; he expuesto mi existencia por salvar la vida de mis conciudadanos; todas mis pasiones las he sacrificado a la salud pública y únicamente he conservado las que pueden contribuir a la destrucción de nuestros enemigos"...

Su mortaja final, para vergüenza de quienes hoy ostentan fortuna y poder en su nombre olvidándose de su gente, incluyó una camisa prestada . Es posible que el Bolívar de ayer aun no encuentre el reposo que su espíritu solicitó, pues su Venezuela, sus paises Bolivarianos y la América que tanto amó, cada día está más dividida, más pobre, más débil, más indefensa.

Una reflexión ¿Cuántos somos los Bolivarianos? Que su respuesta vaya por delante.

 

José Mercedes Estrada

Maturín, 15-05-2005.

Puerta Abierta.