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EVALUACIÓN FIGUROANALÓGICA TRIDIMENSIONAL

Marta Berrocal Capdevila

Maestra y Licenciada en Bellas Artes. Trabaja en la formación de profesorado en temas de educación artística y en el diseño de proyectos educativos para museos de diversas disciplinas (arte, ciencias…)
martolis@telefonica.net


Cuando uno anda “curioseando” constantemente, mientras trabaja en proyectos diversos, ocurre a veces que se producen encuentros interesantes entre ideas que provienen de contextos aparentemente alejados o distantes. Y el encuentro da lugar a una nueva idea que empieza a dar la lata como reivindicando la necesidad de ser desarrollada y experimentada.

Un encuentro así tuvo lugar en mi cabeza mientras trabajaba en el diseño de un proyecto educativo dirigido a niños/as de educación Infantil y Primaria para dinamizar las visitas a la exposición temporal dedicada a Antoni Tàpies que organizó el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona de febrero a mayo del 2004, y “curioseaba” a la vez en torno a la evaluación figuroanalógica, después de haber leído diversas publicaciones de Angélica Sátiro en torno al tema, que me habían parecido muy interesantes, atractivas y sugerentes, y que me habían incitado casi de inmediato a imaginar posibles aplicaciones en los diversos contextos en los que desarrollo mi trabajo.

El proyecto para el museo incluía un material didáctico de soporte, como parte esencial de éste. Consistía en una caja de madera con tapa de metacrilato transparente y un asa para poder transportarla, con 25 compartimentos en su interior que alojan piezas, objetos y/o artefactos diferentes, relacionables con las obras expuestas de una forma no biunívoca.

El objetivo era, entre otros, que los niños de todas las edades manipularan dichos objetos mientras visitaban las salas, sirviendo éstos como estímulo para generar diálogos interesantes que tuvieran en cuenta sus ideas previas y permitieran a los monitores aportar datos e informaciones, encaminadas, entre otras cosas, a hacer pensar a los niños sobre las cualidades físicas i/o materiales de los materiales y objetos que usan los artistas, así como sobre las cualidades emotivas i/o conceptuales que éstos les asignan o atribuyen, poniendo de relieve que no existe un diccionario artístico que pueda dar cuenta de los significados de los materiales de manera unívoca, sino una atribución de significados ligada a la experiencia vital de cada artista que no descarta o desestima atribuciones de carácter más universal.

Manejar estos objetos permitía tener una experiencia táctil aproximada, que podía suplir en cierto modo la experiencia de tocar las obras expuestas, que suelen ser inaccesibles para los visitantes de los museos de arte.

La idea de utilizar la evaluación figuroanalógica surgió cuando trabajaba en la evaluación del propio proyecto, una vez acabado ya el diseño y todo el material didáctico de soporte, cuando me pregunté si no sería posible reemplazar el uso de las imágenes bidimensionales de la evaluación figuroanalógica, por el uso de objetos.

El contexto era idóneo para realizar una prueba dado que los objetos tridimensionales que se iban a utilizar para dinamizar la visita a la exposición, tenían por objeto entre otras cosas poner de relieve la atribución de significados que hacen los artistas sobre esos propios objetos, indicando además la inexistencia de un código específico. Si los niños captaban el mensaje, y se les animaba a atribuir significados a los objetos que tenían a su disposición de manera libre, bien podía pedírseles también que dicha atribución tuviera por objeto evaluar la visita realizada al museo.


La caja y su contenido:

1. Antifaz y ojo de dragón.
2. Imágenes plastificadas de algunas de las obras expuestas.
3. Bola de papel de revista, arrugada y recubierta de látex.
4. Tortuga de plástico semienterrada bajo una capa de cemento.
5. Taco de madera irregular, con agujeros, pintado de blanco.
6. Zapatilla de esparto y lona.
7. Muestra de textura con arena del desierto, que presenta incisiones i/o dibujos en su superficie.
8. Imágenes plastificadas de algunos fragmentos de una de las obras expuestas.
9. Ovillo desmadejado de hilo.
10. Alambre retorcido.
11. Peonza que crea ilusiones ópticas.
12. Trapo arrugado y apelmazado con manchas de pintura.
13. Lazo de papel de seda de color rosa.
14. Plato de porcelana.
15. Muestra de textura que se asemeja a una de las obras expuestas.
16. Hatillo.
17. Calcetín.
18. Silla.
19. Letras y signos de cartón (A. T, X, +).
20. Ovillo de esparto.
21. Bola de algodón.
22. Bote de confeti.
23. Muestra de textura que presenta una superficie resquebrajada.
24. Bote de arroz con agujas de pino.
25. Imperdible

La práctica de evaluación se llevó a cabo al acabar el recorrido por las salas, efectuado en compañía de un monitor, durante el cual se habían realizado actividades diversas. Entonces se invitaba a los alumnos y alumnas a sentarse en torno a la caja de madera y el monitor planteaba la actividad presentando dos ejemplos en los que se atribuían significados diferentes a un mismo objeto (una silla), con objeto de evaluar la visita.

• En el primer caso la silla expresaba el deseo de haberse quedado sentado cómodamente delante de las obras, para poder observarlas y disfrutar de ellas durante más tiempo.
• En el segundo ejemplo la silla expresaba el cansancio generado por la visita en el participante, que había pensado reiteradas veces en un lugar donde poder sentarse, en vez de tener que estar todo el tiempo de pie.

Una vez presentados estos ejemplos, los niños y niñas iban escogiendo por turnos el objeto con el que querían expresar qué les había parecido la experiencia de la visita, y comentaban en voz alta el significado que atribuían libremente al objeto escogido, de manera que todos tuvieran la oportunidad de expresarse y de escuchar al resto de sus compañeros.

Dos niñas, entre muchas otras, escogieron respectivamente un platito de porcelana y un instrumento de visión conocido con el nombre de ojo de dragón u ojo de mosca (permite una visión en facetas repetidas de aquello que se mira), para evaluar la visita. La primera contó que había escogido el plato porque había tenido mucha hambre durante toda la visita (el horario los había “obligado” a visitar el museo a la misma hora en que habitualmente comen en la escuela). La segunda escogió el instrumento de visión estableciendo la siguiente analogía: le parecía que todo lo que había visto era maravilloso, igual que cuando miras las cosas a través del ojo de mosca.

Así que la idea inicial pudo concretarse en una experiencia real que además ha seguido evolucionando. El contexto era idóneo, pero desde entonces se me han aparecido muchos otros contextos idóneos para seguir investigando las posibilidades de la evaluación figuroanalógica tridimensional y sin duda la escuela es uno de ellos.