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EVIDENCIA Y MEMORIA: Arte Contemporáneo
Centroamérica, Panamá y el Caribe
Reflexión sobre aspectos sociales y del individuo a través
del arte femenino desde Honduras
Dinorah Carballo
Artista, pensadora y escritora
dinorahcarballo@yahoo.com
El arte emerge y se hace sentir aún en sitios golpeados
por desastres y en condiciones difíciles, así se ha
visto en diversas épocas de la historia del arte. Las consecuencias
de la Primera Guerra Mundial llevó a artistas e intelectuales
a agruparse en Suiza, se replantean los conceptos artísticos
del momento y mediante un nuevo sentir, saca el arte del misticismo
donde lo habían colocado, confrontándolo con el espectador,
haciéndolo partícipe Renuevan los conceptos artísticos,
revalidan el objeto como tal, acuden a nuevas técnicas ante
la multiplicidad que la era tecnológica ofrecía. Con
este referente pretendemos explicar los acontecimientos artísticos
ocurridos del 20 al 26 de mayo de 1999, en Tegucigalpa, Honduras.
En estos momentos Honduras pasa por una severa crisis económica,
social y cultural debido a los daños provocados por el huracán
Mitch , sin embargo, a pesar de las carencias y limitaciones, se
reúnen aquí artistas e intelectuales de Centroamérica,
Cuba y Panamá quienes a través de diversas artes:
escénicas, visuales, cine, fotografía, evidencian
algunas situaciones: injusticias, abandono, abuso de menores, deterioro
de instituciones que rigen la vida ciudadana. El grupo denominado
Mujeres en las Artes (MUA) de Honduras convocó a artistas
de la región a participar de MUA, INSTALA ’99, espacio
dedicado exclusivamente a mostrar arte. En diversos sitios públicos
las artes cobran vida y movilizan a los visitantes de un lugar a
otro por recorridos inusuales en nuestros países, caminos
hacia la conciencia social desde lo artístico. En constante
cambio de escenario y disciplinas, grupos de estudiantes y visitas
particulares observan con inquietud formas nuevas de expresión.
No miran lienzos o cuadros enmarcados, ven que técnicamente
se puede recurrir a elementos diversos y disímiles que en
muchos casos hablan por sí mismos. Para la ocasión,
los artistas fueron retados a desarrollar el tema: EVIDENCIA Y MEMORIA,
argumento que se prestó muy bien a los objetivos propuestos,
las artistas están hoy conscientes de que pueden y deben
comunicar su sentir cotidiano ante lo que les toca vivir. Fueron
días de intenso compartir, las expositoras, estaban deseosas
de saber lo que estaba ocurriendo en los países vecinos,
muy cercanos entre sí, pero lejanos por la incomunicación
artística.
Las obras presentaban diversas lecturas que propiciaron la reflexión,
la búsqueda de conocimiento de lo que conforma nuestra identidad.
Cada uno debe ser auto crítico para el equilibrio del entendimiento
mutuo, así lo percibe Sila Chanto, joven xilógrafa
costarricense y su temática: “Reinventando La Bestia”,
presenta la bestia como en símbolo de lo primigenio, de un
estado aparentemente ideal, o aplicable a lo que nos afecta en el
contacto con ese colectivo que es la existencia. Una introspección
personal es obligatoria para reevaluar el sitio desde donde cada
cual produce y se relaciona. En este caso Sila utiliza imágenes
para resolver sus cuadros, personajes que aunque los trata como
seres anónimos, son modelos de gente que la rodea, con la
que está en constante trato.
En el aspecto formal hubo predominio en la utilización
de elementos no tradicionales como cajas de vidrio, luces, espejos.
Es el caso de Regina Aguilar, escultora hodureaña quien se
preocupa por lo que nos construye socialmente. Johanna Montero también
de esa ciudad, utiliza sacos de gangoche colgados sobre un tendedero,
tanto físico como metafórico pues sirvió como
soporte de ideas críticas ante la pasividad que a veces nos
caracteriza, ella incita a los centroamericanos a ser autocríticos,
a revisar comportamientos, pero también a legitimizar su
trabajo como artistas, siendo jueces de sus propias obras.
Cajas de cartón con textos, fotografías y luces constituyen
el lenguaje de la sobria muestra de Diana de Solares de Guatemala.
Ella fotografía objetos y situaciones que de alguna manera
la enlazan con su niñez , recobra elementos de la infancia
que contribuyeron a su actual forma de ser; usa la memoria para
reconstruir y componer. En una “instalación”,
(técnica de las artes que permite al artista colocar diversos
objetos en un espacio físico), Isabel Ruiz de Guatemala coloca
sillas quemadas y sin quemar, una de ellas cubierta de clavos, sobre
una alfombra de carbón, se identifica con los horrores vividos
en su patria y la metáfora de un intento de diálogo
entre los distintos grupos sociales. Patricia Belli de Nicaragua
emplea para expresar su desgarradora temática de situaciones
conflictivas de pareja camas, sillas, mesas, trapos cosidos, objetos
alterados, intervenidos con espinas, picos. Por su parte Carla Solano
mostró radiografías de su cuerpo externo e interno
como indicativo de una búsqueda del ser nosotros, mostrados
tal cual somos. La variada muestra de su coterránea Priscila
Monge sutilmente delata, mediante delicados bordados con mensajes,
en los trabajos cuyo título es ”bordemos, cantemos,
bailemos”, esa agresividad solapada que la sociedad soporta
pasivamente. En algunos trabajos esa denuncia es más abierta,
como en los Bumerang de madera que contienen frases grotescas, tomadas
de la expresión popular. Los dibujos de Emilia Villegas de
Costa Rica con formas en silueta muestran personajes como de carrussel,
en movimiento, como en escapada, en evasiva constante, en confrontación
consigo mismo.
Conceptualmente, los temas tratados en MUA ‘99 fueron muy
diversos, internacionales, del momento, como la clonación,
las situaciones sociales de la comunidad indígena, abandono
y soledad de las mujeres jefas de hogar, violencia familiar, abuso
de autoridades, niñas abusadas sexualmente, drogas.
Pero no todo fue denuncia, también hubo referencia a asuntos
más líricos y con un carácter intimista como
pudimos ver en los trabajos de las fotógrafas panameñas
Iraida Icaza y Sandra Eleta quienes dan muestra de una gran calidad
técnica. Icaza se identifica con ese yo interno, evoca un
equilibrio desde los opuestos y elabora un discurso desenfadado
con elementos que va coleccionando, objetos que le sirven para reconstruir
situaciones vividas. Ese mundo muy personal queda gráficamente
expuesto por el lente despierto y atento de Iraida. Eleta, muestra
sensibilidad hacia lo telúrico, en este caso se interesa
más en su gente de origen prehispánico. Se ve en ellos
y valora ese difícil vivir del ser autóctono, del
que vive en forma simple y difícil a la vez , en la lucha
con lo que le presenta la naturaleza, como el caso del Cangrejero.
Otras artistas fotógrafas como la nicaraguense Celeste González,
mostraron trabajos con un enfoque más documentalista, cuyas
imágenes enseñan metafóricamente a los seres
de su sociedad, recuperando costumbres tradicionales como las fiestas
de los Diablos en Nandaime, también muestra fotografía
erótica con gran sutileza. Patricia Villalobos de ese mismo
país construye sus composiciones fotográficas muy
expresionistas mezclando técnicas: aplica óleo y serigrafía
a imágenes que se relacionan con lo multicultural y discriminatorio
de tipo racial, escribe textos en sus fotografías utilizando
el inglés, el español, el nahuatl.
En Tegucigalpa también se mostró pintura sobre lienzo
de carácter mural, una de ellas es de la artista panameña
Victoria Suescum, inspirada en imágenes que aportaron a su
formación cultural, especialmente letreros pintados en diversos
negocios populares, a ella le llama la atención por su construcción
simplista pero de gran contenido pues es una forma de acercar a
la gente al negocio. Suescum explica que hay un interés de
su parte por decodificar esa simbología, buscar sus raíces
en ella. De niña fueron estas imágenes las que atraparon
su interés, sensibilizándose con este tipo de íconos
sin que nadie se los explicara. No ocurrió así con
la que tuvo que aprender a través de los estudios de arte,
pretende encontrar en lo simple y autóctono, su verdadera
identidad y su alma de artista.
Isabel de Obaldía presenta un trabajo en óleo de
gran tamaño, con imágenes en serie sobre una cuadrícula;
en cada cuadro coloca seres flotando dan la sensación de
formar parte de un cuerpo donde se presenta sólo la cabeza.
Existe una preocupación ontológica en la manipulación
de esos personajes, en la forma en que son colocados, en las posiciones
espaciales. Expuso también unos bultos-hombres mutilados,
escultóricos, utilizando vidrio fundido, miniaturas que a
pesar de su mutilación tienen un encanto. La técnica
que utiliza le da ese carácter suave y pulido. En esta obra,
el tema remite a un problema vivido por ella durante la invasión
de Panamá que la marcó fuertemente.
Marta Eugenia Valle del Salvador y Lidzie Alvisa de Cuba mostraron
un arte más relacionado con la mujer, la misión de
ésta y sus consecuencias. Alvisa explora en las fotografías
donde ella es su propio modelo, aspectos de la maternidad y la imagen
de la mujer desde el Renacimiento. Utiliza fotografías montadas
sobre puertas caladas.
Debemos destacar también la labor de las cineastas quienes
exhibieron con mucho profesionalismo. A pesar de las limitaciones
existentes en la región, han podido llevar a cabo esa labor
inquisitiva, rastreando sutilmente asuntos de gran relevancia por
implicar desestabilidades emocionales, económicas, culturales
en el seno de las familias y que tanto afectan a la sociedad. Temas
de las niñas en Nicaragua, que deben salir a trabajar desde
los ocho años por las situaciones dentro de sus familias;
ausencia de la presencia masculina que obliga a todos los miembros
del hogar a buscar el sustento de cualquier manera, siendo los más
afectados los niños, futuros ciudadanos que crecen en focos
de contaminación social, como lo demuestra el filme presentado
por Oluna Filmes de Nicaragua, producido por María José
Alvarez y Martha C. Hernández. Otro documental que mostró
un asunto delicado y preocupante en nuestras sociedades, el abuso
sexual de menores elaborado por Pituka Ortega Heilbron de Panamá,
esta cineasta va a la vanguardia en ese campo en su país
y El Mandado como se titula el filme, es el primero hecho en Panamá
por una mujer y la única producción de este género
en treinta años en ese país.
En Tegucigalpa, también se destacaron por su gran profesionalismo,
artistas de la Danza Contemporánea de Honduras y Nicaragua.
Los grupos Teatro Danza Desequilibrio de Nicaragua y Mandrágora
de Honduras , confrontan los temas de los mitos que de alguna manera
inciden en la formación cultural de la mujer, uno de ellos:
la segua.
Destacamos en este resumen ciertos elementos que resaltaron en
MUA ’99 pues, según nuestro criterio marcan cambios
en la manera de presentar arte en la región centroamericana.
Este arte fue presentado desde la visión femenina, sin embargo
también hubo participación y apoyo de los hombres.
En la organización y con un trabajo destacado estuvo presente
Bayardo Blandino, artista contemporáneo nicaragüense
radicado en Honduras, así como otros que en distintos niveles
apoyaron la iniciativa de las mujeres. También se contó
con la colaboración de estudiantes de arte que acompañaron
a los diferentes grupos visitantes y profesores de la Escuela de
Bellas Artes.
El evento nos mostró la importancia de conocernos en nuestras
labores profesionales, presentándolas a la sociedad, y que
trabajar en conjunto con los seres que conforman esta sociedad,
es necesario, para un convivir respetuoso, cooperativo, armónico.
Los problemas que vivimos los centroamericanos son muy similares
y sólo reconociéndolos, reconociéndonos y siendo
cada uno solidario se pueden enfrentar. Esto nos cuestiona en nuestro
aporte como individuos.
La muestra de arte contemporáneo centroamericano femenino
expuesto en Honduras, nos dejó un sabor agradable, es fácil
la convivencia cuando se unen esfuerzos y esta vez también
unieron esfuerzos las curadoras de los diferentes países
como Virginia Pérez de Costa Rica, Patricia Belli de Nicaragua,
Mónica E. Kupfer de Panamá, Rosina Cazali de Guatemala.
Además, estos nuevos espacios de reflexión donde se
combina lo artístico, lo social y lo regional son imprescindibles
para el conocimiento y la proyección de un arte con lenguajes
contemporáneos, que son poco aceptados precisamente porque
recién empezamos a conocer sus códigos.
Artista-Historiadora del Arte
Costa Rica Teléfono (506) 297-13-60 Fax (506) 240-38-44 Correo:
ingamb@sol.racsa.co.cr
Prohibida la reproducción parcial o total.
MUA INSTALA’ 99
ARTE contemporáneo de Centroamérica, Panamá
y El Caribe
A pesar de los problemas económicos, sociales y culturales
derivados del paso del huracán Micth, Honduras reúne
aquí del 20 al 26 de marzo artistas e intelectuales de Centroamérica,
Cuba y Panamá quienes a través de diversas artes:
escénicas, visuales, cine, fotografía, foros, evidencian
algunas situaciones de poder mediante lenguajes contemporáneos
como el ensamble, la instalación, la fotografía intervenida.
El grupo denominado Mujeres en las Artes (MUA) de Honduras convocó
a artistas de la región a participar de MUA, INSTALA ’99,
espacio dedicado exclusivamente a mostrar arte. En diversos sitios
públicos las artes cobran vida y movilizan a los visitantes
de un lugar a otro por recorridos poco usuales en nuestros países,
caminos hacia la conciencia social desde lo artístico. En
constante cambio de escenario y disciplinas, grupos de estudiantes
y visitas particulares observan con inquietud formas nuevas de expresión.
No miran lienzos o cuadros enmarcados, ven que técnicamente
se puede recurrir a elementos diversos y disímiles que en
muchos casos hablan por sí mismos. Para la ocasión,
los artistas fueron retados a desarrollar el tema: EVIDENCIA Y MEMORIA,
argumento que se prestó muy bien a los objetivos propuestos,
las artistas están hoy conscientes de que pueden y deben
comunicar su sentir cotidiano ante lo que les toca vivir. Fueron
días de intenso compartir, las expositoras,estaban deseosas
de saber lo que estaba ocurriendo en los países vecinos,
muy cercanos entre sí, pero lejanos por la incomunicación
artística.
No obstante el evento se caracterizó por una gran camaradería,
cada artista se solidarizó con los trabajos de las otras
y el intercambio de ideas y promesas fue fructífero , cada
quien se propuso continuar de alguna manera estos eventos en los
otros países.
Guatemala presentó trabajos de Diana Solares, una muestra
de fotografías y luces dentro de cajas de cartón.
Ella fotografía objetos y situaciones que de alguna manera
la enlazan con su niñez, recobra elementos de la infancia
que contribuyeron a su actual forma de ser; usa la memoria para
reconstruir y componer. Su coterránea Isabel Ruiz colocó
en forma de instalación: sillas quemadas y sin quemar, una
de ellas cubierta de clavos sobre alfombra de carbón, se
identifica con los horrores vividos en su patria y la metáfora
de un intento de diálogo entre los distintos grupos sociales.
Regina Aguilar de Honduras, escultora, de mucha experiencia en
su trabajo tanto dentro como fuera del país mostró
más interés por construir un lenguaje plástico
actual por medio de cajas de vidrio, espejos, luces, ensambles que
nos hablan de temas internacionales como la clonación y comportamientos
y vicios que nos construyen socialmente. Johanna Montero, también
de ese país utilizó sacos de gangoche colgados a manera
de tendedero, tanto físico como metafórico pues sirvió
como soporte de ideas críticas ante la pasividad y la falta
de compromiso, ella incita a los centroamericanos a ser autocríticos,
a revisar actitudes ante la vida y a legitimizar su trabajo como
artistas, siendo jueces de sus propias obras.
El Salvador estuvo representado por Marta Eugenia Valle, quien
usó materiales no tradicionales: cedazo de gallinero como
soporte para el tema de la mujer y su explotación. Lidzie
Alvisa de Cuba explora en las fotografías donde ella es su
propio modelo, aspectos de la maternidad y la imagen de la mujer
desde el Renacimiento, coloca esas fotografías sobre puertas
caladas.
Las costarricenses Priscilla Monge, Karla Solano y Emilia Villegas
logran una muestra variada tanto en conceptos como en materiales
y técnicas. Monge utiliza un lenguaje en donde juega con
lo sutil y lo opuesto: lo crudo y grotesco, como se observa en el
trabajo “Bordemos, cantemos bailemos tango” para referirse
a la violencia solapada, esta obra está conformada por bordados
delicados que contienen testimonios de un “pasante apresado”;
en otros fue más evidente esa denuncia como en los Bumerang
de madera que contienen frases grotescas tomadas de la expresión
popular. Priscilla, a pesar de su juventud tiene una fuerte presencia
internacional. Solano elabora su discurso a través de radiografías
y fotografías de su cuerpo mostrando la manipulación
de una sociedad adversa y manipuladora. Villegas reflexiona sobre
el individuo a través de dibujos en siluetas negras sobre
papel, formas de personajes como en escapada, en movimiento, en
evasiva constante, en confrontación consigo mismo.
Sila Shanto de Costa Rica, con una carrera corta pero exitosa mostró
una obra en xilografía de carácter monumental, donde
propicia la reflexión, la búsqueda de conocimiento
de la identidad como seres humanos y la eterna confrontación
de uno con el otro y consigo mismo. La obra “Reinventando
la Bestia”, presenta la bestia como símbolo de lo primigenio,
de un estado aparentemente ideal o aplicable a lo que nos afecta
en el contacto con ese colectivo que es la existencia. Una introspección
personal es obligatoria para reevaluar el sitio desde donde cada
cual produce y se relaciona. En este caso Sila utiliza imágenes
con el concepto espacial de vacío, cada marca de la gubia
deja fuertemente impresa su huella, dándole un carácter
muy expresionista.
Patricia Belli de Nicaragua, con un curriculum distinguido emplea
para expresar su desgarradora temática de situaciones conflictivas
de pareja camas, sillas, mesas, trapos cosidos, objetos alterados,
intervenidos con espinas, picos, elementos punzantes. “La
casa doméstica” así llamó al conjunto
de objetos distribuidos en una habitación, objetos agredidos,
manipulados donde la expresión de violencia es evidente.
No todo fue denuncia, también hubo referencia a asuntos
más líricos y con carácter intimista como las
fotografías de las panameñas Iraida Icaza y Sandra
Eleta. Icaza se identifica con ese yo interno, evoca equilibrios
desde los opuestos y elabora un discurso desenfadado con elementos
que va coleccionando, objetos que le sirven para reconstruir situaciones
vividas. Eleta muestra sensibilidad hacia lo telúrico pues
demuestra interés por los seres autóctonos de su país,
se ve en ellos, valora el difícil vivir de esos seres, que
viven en forma simple y difícil a la vez, en la lucha con
lo que les presenta la naturaleza, tal es el caso de “El Cangrejero”.
Las fotógrafas nicaraguenses hicieron también un valioso
aporte a la experiencia de Honduras, Celeste González, con
un enfoque más documentalista enseña metafóricamente
a los seres de su sociedad, recuperando costumbres tradicionales
como las fiestas de los Diablos de Nandaime, también muestra
fotografía erótica con gran sutileza. Patricia Villalobos
de ese mismo país construye sus composiciones fotográficas
muy expresionistas mezclando técnicas: aplica óleo
y serigrafía a imágenes que se relacionan con lo multicultural
y discriminatorio de tipo racial, escribe textos en sus fotografías
utilizando el inglés, el español y el nahuatl.
En Tegucigalpa también se mostró pintura sobre lienzo,
técnica que ha sido recurrente en los artistas, una de ellas
de la artista panameña Victoria Suescum, inspirada en imágenes
que aportaron a su formación cultural, especialmente letreros
pintados en diversos negocios populares, a ella le llama la atención
por su construcción simplista pero de gran contenido pues
es una forma de acercar a la gente al negocio. Suescum explica que
hay un interés de su parte por decodificar esa simbología,
busca sus raíces en ella. De niña fueron esas imágenes
las que atraparon su interés, sensibilizándose con
ese tipo de íconos sin que nadie se los explicara. No ocurrió
así con lo que tuvo que aprender a través de la historia
del arte. , pretende encontrar en lo simple y autóctono,
su verdadera identidad y su alma de artista.
Isabel de Obaldía presenta un trabajo en óleo de
gran tamaño con imágenes en serie sobre una cuadrícula;
en cada cuadro coloca seres flotando que dan la sensación
de formar parte de un cuerpo donde se presenta sólo la cabeza.
Existe una preocupación ontológica en la manipulación
de esos personajes, en la forma en que son colocados, en las posiciones
espaciales. Expuso también unos bultos-hombres mutilados,
escultóricos, utilizando vidrio fundido, miniaturas que a
pesar de su mutilación tienen un encanto. La técnica
que utiliza le da ese carácter suave y pulido. En esta obra,
el tema remite a un problema vivido por ella durante la invasión
de Panamá que la marcó fuertemente.
Se debe destacar también la labor de las cineastas quienes
exhibieron mucho profesionalismo. A pesar de las limitaciones existentes
en la región, han podido llevar a cabo esa labor inquisitiva,
rastreando sutilmente asuntos de gran relevancia por implicar desestabilidades
emocionales, económicas, culturales en el seno de las familias
y que tanto afectan a la sociedad. Temas de las niñas en
Nicaragua, que deben salir a trabajar desde los ocho años
por las situaciones dentro de sus familias; ausencia de la figura
masculina que obliga a todos los miembros del hogar a buscar el
sustento de cualquier manera, siendo los más afectados los
niños, futuros ciudadanos que crecen en focos de contaminación
social, como lo demuestra el filme presentado por Oluna Filmes de
Nicaragua, producido por María José Alvarez y Martha
C. Hernández. Otro documental que mostró un asunto
delicado y preocupante en nuestras sociedades, el abuso sexual de
menores elaborado por Pituka Ortega Heilbron de Panamá, esta
cineasta va a la vanguardia en ese campo en su país y El
Mandado como se titula el filme, es el primero hecho en Panamá
por una mujer y la única producción de este género
en treinta años en ese país.
En Tegucigalpa, también se destacaron por su gran profesionalismo,
artistas de la Danza Contemporánea de Honduras y Nicaragua.
Los grupos Teatro Danza Desequilibrio de Nicaragua y Mandrágora
de Honduras , confrontan los temas de los mitos que de alguna manera
inciden en la formación cultural de la mujer, uno de ellos:
la segua.
En este resumen de carácter sociológico se observan
ciertos elementos sobresalientes en MUA ’99 que marcan cambios
en la manera de presentar arte en la región centroamericana.
Este arte fue presentado desde la visión femenina, sin embargo
también hubo participación y apoyo de los hombres.
En la organización y con un trabajo destacado estuvo presente
Bayardo Blandino, artista contemporáneo nicaragüense
radicado en Honduras, así como otros que en distintos niveles
apoyaron la iniciativa de las mujeres. También se contó
con la colaboración de estudiantes de arte que acompañaron
a los diferentes grupos visitantes y profesores de la Escuela de
Bellas Artes.
El evento mostró la importancia de conocer las obras de
las profesionales centroamericanas que a través del arte
presentan a la sociedad un trabajo de conjunto siendo ese aporte
necesario, para un convivir respetuoso, cooperativo, armónico.
Los problemas que viven los centroamericanos son muy similares y
sólo reconociéndolos, reconociéndonos y siendo
cada uno solidario se pueden enfrentar. Esto cuestiona nuestro aporte
como individuos.
La muestra de arte contemporáneo centroamericano femenino
expuesto en Honduras dejó un sabor agradable, es fácil
la convivencia cuando se unen esfuerzos y esta vez también
unieron esfuerzos las curadoras de los diferentes países
como Virginia Pérez de Costa Rica, Patricia Belli de Nicaragua,
Mónica E. Kupfer de Panamá, Rosina Cazali de Guatemala.
Elizabeth Arce, y Karla Vargas trabajadoras sociales de Costa Rica
y Josefina Alvarez de Honduras hicieron su aporte valioso a través
de los foros.
Estos nuevos espacios de reflexión donde se combina lo artístico,
lo social y lo regional son imprescindibles para el conocimiento
y la proyección de un arte con lenguajes contemporáneos,
poco aceptados precisamente porque en Centroamérica, recién
se empiezan a conocer sus códigos.
Dinorah Carballo
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