MUNDOS INSPIRADOS   

Los Cuentos de Nasrudín: 
para caminar en la hilera entre la Locura y la Libertad

Diego Parra Duque   

asesor en creatividad

acuantola@hotmail.com

Tal vez lo más fascinante del universo sea su enorme capacidad de ser, para siempre, un ilustre desconocido. Por mucho que avance la historia del hombre, no evolucionaremos por sentirnos más seguros de conocer el universo. Si nos basamos en el nivel de conocimiento que nos brindan la inteligencia y la cordura, es posible que sea muy difícil acceder a los verdaderos secretos de la vida.  

Este artículo intenta jugar con una hipótesis un tanto extraña: la de que los genios y los locos tienen el papel fundamental de recordarnos que a pesar de todo el mundo, el universo, la vida y todo cuanto nos rodea, no sean más que un alegre vals que es preciso danzar al son de la locura y el caos; de que la certeza y la comodidad mental son constantes obstáculos que nos impiden llegar al verdadero conocimiento de la realidad. Para ello hago una breve semblanza de mis cuentos preferidos del genial loco genio, el Mullah Nasrudín. 

Una de las definiciones que más me gustan sobre el término “realidad” la brinda el genial escritor Ambrosio Bierce, en su célebre “diccionario del diablo “: 

Realidad: El sueño de un filósofo loco. Lo que queda en el filtro cuando se filtra un fantasma. El núcleo del vacío. 

                                                                           Ambrosio Bierce
El Diccionario del Diablo.

Radiografía de un ilustre loco  

Sufismo:

El Mullah Nasrudín 

“Vivimos en un sueño del que a veces despertamos” - dicen algunos textos sufíes. Para los sufíes, los condicionamientos sociales, culturales y educativos nos mantienen inmersos en un constante sueño dentro del cual creemos estar despiertos. Según las corrientes sufíes, solamente salimos de este sueño cuando, anonadados por el éxtasis de dios, podemos despertar de vez en cuando. Los arrebatos que sufren los derviches no son más que temporales locuras que les permiten viajar por los valles o etapas de la senda, hasta llegar al encuentro con dios. Para poder atravesar cada uno de estos valles es necesario romper con toda lógica, llegar a pensar al revés y asumir que la inteligencia no es más que una especie de ignorancia vestida de solemnidad. De esta manera, para los sufíes el verdadero idiota es el más inteligente, pues está propenso a conocer de cerca la libertad. 

El Mullah Nasrudín es reconocido dentro de la tradición sufí como una especie de sabio idiota. Las apreciaciones que se hacen sobre él son variadas y curiosas. Se lo presenta como muy estúpido, increíblemente inteligente, o poseedor de secretos místicos. Los derviches utilizan sus enseñanzas para ilustrar las ridículas características que puede llegar a tener la mente humana. Para el sufismo, el verdadero conocimiento comienza por aceptar el hecho de aparentar ser un idiota frente al promedio de la gente normal. Solamente si pasamos por la práctica de asumir nuestra idiotez y mostrarla frente al mundo, podemos llegar a percibir la verdadera realidad. El Mullah Nasrudin es considerado un gran maestro del sufismo, justamente por tener el perfil de un loco, aunque siempre enseñe —con su supuesta locura— los verdaderos secretos de la vida:

Nasrudin siempre escoge mal

Todos los días Nasrudin iba a pedir limosna a la feria, y a la gente le encantaba hacerlo tonto con el siguiente truco: le mostraban dos monedas, una valiendo diez veces más que la otra. Nasrudin siempre escogía la de menor valor.

La historia se hizo conocida por todo el condado. Día tras día grupos de hombres y mujeres le mostraban las dos monedas, y Nasrudin siempre se quedaba con la de menor valor. Hasta que apareció un señor generoso, cansado de ver a Nasrudin siendo ridiculizado de aquella manera. Lo llamó a un rincón de la plaza y le dijo:

—Siempre que te ofrezcan dos monedas, escoge la de mayor valor. Así tendrás más dinero y no serás considerado un idiota por los demás.

—Usted parece tener razón —respondió Nasrudin—. Pero si yo elijo la moneda mayor, la gente va a dejar de ofrecerme dinero para probar que soy más idiota que ellos. Usted no se imagina la cantidad de dinero que ya gané usando este truco. No hay nada malo en hacerse pasar por tonto si en realidad se está siendo inteligente. 

Los griegos, que copiaron muy pocas cosas de los turcos, consideran sin embargo las bromas de Nasrudín como parte de su propio folclore. En la Edad Media los cuentos fueron ampliamente utilizados para ridiculizar a la odiosa autoridad. Nasrudín fue entonces imitado como parte del folclore turco, que reaparece luego en el Asia Central y en el folclore siciliano. Hay huellas de sus historias también en algunas fábulas atribuídas a Baldakiev, en Rusia, en el Quijote español y en las Fábulas de María en Francia. 

Los cuentos del Mulá Nasrudín buscan, ante todo, romper con toda lógica posible, hacernos entrar en una forma de pensar en la cual la inteligencia tradicional sea una herramienta que de nada sirva. Hay otro cuento del sabio idiota turco, que ilustra este hecho de una manera divertida: 

Nasrudín y el Sabio Gramático 

A veces Nasrudín trasladaba pasajeros en su bote. Un día, un exigente y solemne sabio alquiló sus servicios para que lo transportara hasta la orilla opuesta de un ancho río. Al comenzar el cruce, el erudito le preguntó si el viaje sería muy movido. 

-Eso depende talvez según…- le contestó Nasrudín.

-¿ Nunca aprendió usted gramática ? –

- No- dijo el Mulá Nasrudín.

- En ese caso, ha desperdiciado la mitad de su vida.- 

El Mulá no respondió.

Al rato se levantó una terrible tormenta y el imperfecto bote de Nasrudín comenzó a llenarse de agua. Nasrudín se inclinó hacia su pasajero: 

-          Aprendió usted alguna vez a nadar ? –

-          No – contestó el sabio gramático. 

-  En ese caso, amigo, ha desperdiciado TODA su vida, porque nos   estamos hundiendo !!! 

El sufismo niega la suposición de que el mero hecho de vivir nos haga perceptivos. La lógica y la filosofía no nos ayudarán a alcanzar la percepción. Incluso, como lo muestra una historia del Mulá Nasrudín, no basta con tener conocimiento, si no sabemos cómo usarlo: 

Mulá Nasrudin inició un viaje hacia tierras lejanas, motivo por el cual se consiguió una cimitarra y una lanza. En el camino, un bandido cuya única arma era un bastón, se le echó encima y lo despojó de todas sus pertenencias.

Cuando llegó a la ciudad más próxima, el Mulá contó su desgracia a sus amigos, quienes le preguntaron como habría podido suceder que él, estando armado con una cimitarra y una lanza, no hubiera podido dominar a un ladrón armado con un modesto bastón.

Nasrudín contestó:

- El problema fue precisamente que yo tenía las dos manos ocupadas, una con una cimitarra y la otra con una lanza. ¿Cómo creen ustedes que hubiera podido salir airoso?

El sufí busca a Dios a través del camino que pasa por su propio corazón. En el tránsito, el encuentro con la realidad profunda de sí mismo le lleva a la percepción verdadera que conduce al conocimiento. Para los sufíes, la experiencia de la enseñanza debe desprenderse de todo signo de intelectualismo. La experiencia sólo se da en realidad con la vida diaria, o en algunos casos, bajo el aprendizaje de un maestro. Cualquier tipo de método indirecto será, por supuesto, mucho menos efectivo. Pues de ellos sólo nos llegarán destellos de lo que se produce en una legítima enseñanza. Esto queda patente en otro de los grandes cuentos atribuídos al ingenioso Mulá Nasrudín:

La Sopa de Pato

Cierto día, un campesino fué a visitar a Nasrudín, atraído por la gran fama de éste. Deseoso de ver de cerca al hombre más ilustre y más idiota del país, le llevó como regalo un magnífico pato.

El Mulá, muy honrado, invitó al hombre a cenar y pernoctar en su casa. Comieron una exquisita sopa preparada con el pato.

 A la mañana siguiente, el campesino regresó a su campiña, feliz de haber pasado algunas horas con un personaje tan importante.

Algunos días mas tarde, los hijos de este campesino fueron a la ciudad y a su regreso pasaron por la casa de Nasrudín.

- Somos los hijos del hombre que le regaló un pato - se presentaron.

Fueron recibidos y agasajados con sopa de pato.

Una semana después, dos jóvenes llamaron a la puerta del Mulá.

- ¿Quienes son ustedes?

- Somos los vecinos del hombre que le regaló un pato.

El Mulá empezó a lamentar haber aceptado aquél pato. Sin embargo, puso al mal tiempo buena cara, e invitó a sus huéspedes a comer.

A los ocho días, una familia completa pidió hospitalidad al Mulá.

- Y ustedes ¿quiénes son?

- Somos los vecinos de los vecinos del hombre que le regaló un pato.

Entonces el Mulá hizo como si se alegrara y los invitó al comedor. Al cabo de un rato, apareció con una enorme sopera llena de agua caliente y llenó cuidadosamente los tazones de sus invitados. Luego de probar el líquido, uno de ellos exclamó:

- Pero .... ¿qué es esto, noble señor? ¡Por Allah que nunca habíamos visto una sopa tan desabrida!

El Mulá Nasrudín se limitó a responder:

-Esta es la sopa de la sopa de la sopa de pato que con gusto les ofrezco a ustedes, los vecinos de los vecinos de los vecinos del hombre que me regaló el pato !!!

Para los sufíes, las normas del bien y del mal dependen de criterios individuales o de grupos y no de hechos objetivos. Hasta que no experimentemos esto internamente y lo aceptemos intelectualmente, no seremos capaces de la comprensión interna. Para llegar a ser verdaderamente perceptivos es necesario romper siempre con la lógica de la realidad que nos rodea, y jugar constantemente con la posibilidad de negar esta lógica. El hecho de que la persona media piense según unas pautas determinadas y no pueda adaptarse a un punto de vista muy diferente, le hace perder gran parte del sentido de la vida. Puede vivir, incluso progresar, pero no puede comprender lo que ocurre. Una de las características más llamativas de la supuesta “idiotez” del Mulá Nasrudín consiste en su enorme capacidad de jugar con la realidad, dándole la vuelta para que adquiera, en la mayoría de los casos, giros humorísticos. Las siguientes historias ilustran este punto:

El Regalo 

Nasrudín fue acusado con otro reo de haber robado al erario público. Había dudas de quién sustrajo el dinero... si fue Nasrudín o el otro reo.

Nasrudín, siempre astuto, le planteó a su abogado: 

-Por qué no le enviamos un regalo caro al juez para facilitar el proceso de descargo? 

-Tu estás loco...ese juez es muy íntegro y te condenaría irremediablemente. 

Al otro dia el juez, sin escuchar muchos argumentos, y de manera tajante, condenó al otro reo. Entonces, al salir de la corte el abogado de Nasrudin le pregunto: 

-Qué sorpresa!  Yo juraba que este caso lo perderíamos y que tú, Nasrudín, saldrías condenado. Fué una suerte que le hubieras enviado el regalo caro...Me imagino que así lo hiciste ! 

Nasrudin contestó: 

-Confieso que así lo hice. Pero no resistí a la tentación de enviárselo a nombre del otro reo !!!. 

El Contrabandista

Nasrudín solía cruzar la frontera todos los días, con las cestas de su asno cargadas de paja. Como admitía ser un contrabandista cuando volvía a casa por las noches, los guardas de la frontera le registraban una y otra vez. Registraban su persona, cernían la paja, la sumergían en agua, e incluso la quemaban de vez en cuando.

Mientras tanto, la prosperidad de Nasrudín aumentaba visiblemente.

Un día se retiró y fué a vivir a otro país, donde, unos años más tarde, le encontró uno de los aduaneros.

- Ahora me lo puedes decir, Nasrudín, ¿Qué pasabas de contrabando, que nunca pudimos descubrirlo?

- Asnos - contestó Nasrudin.

La anterior es una alegre muestra de lo crucial que es poder andar en el umbral entre la locura y la cordura, en darnos cuenta que a veces andamos dormidos por no dar significado a lo que verdaderamente importa. Talvez no seamos más que una multitud de locos que deambulan por el mundo recordando algo que se nos olvidó: que la vida es mucho más sencilla de lo que parece, si despertamos esos destellos de locura, de la que nos hablan los sufíes. El mundo en guerra actual nos anima a condenar a unos a favor de otros, en caer en la solidaridad virtual sin límites, en condenar en vez de crear; Nasrudin nos muestra que sólo la locura nos salva de la locura; el reto es ser más locos que los locos, como lo dice el principio de discontinuidad: “ cuando estamos demasiado acostumbrados a algo nos queda imposible verlo diferente “[1]… no será que continuamos criticando las instituciones, la guerra, la violencia y todo lo establecido, sin situarnos realmente en el campo de lo imposible ? El genial Bernard Shaw se preguntaba un día: la gente se fija en lo que existe y se pregunta: por qué ? Yo me fijo en lo que no existe y me pregunto: por qué no ?



[1] Mi referencia al principio de discontinuidad pertenece al psicólogo holandés Roger Van Oech. Uno de sus libros insignia, que trata sobre el tema de la creatividad es “ Una Patada en el Trasero 

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