Radiografía
de un ilustre loco
Sufismo:
El
Mullah Nasrudín
“Vivimos
en un sueño del que a veces despertamos” - dicen algunos textos
sufíes. Para los sufíes, los condicionamientos sociales,
culturales y educativos nos mantienen inmersos en un constante sueño
dentro del cual creemos estar despiertos. Según las corrientes sufíes,
solamente salimos de este sueño cuando, anonadados por el éxtasis
de dios, podemos despertar de vez en cuando. Los arrebatos que
sufren los derviches no son más que temporales locuras que les
permiten viajar por los valles o etapas de la senda, hasta llegar al
encuentro con dios. Para poder atravesar cada uno de estos valles es
necesario romper con toda lógica, llegar a pensar al revés y
asumir que la inteligencia no es más que una especie de ignorancia
vestida de solemnidad. De esta manera, para los sufíes el verdadero
idiota es el más inteligente, pues está propenso a conocer de
cerca la libertad.
El
Mullah Nasrudín es
reconocido dentro de la tradición sufí como una especie de sabio
idiota. Las apreciaciones que se hacen sobre él son variadas y
curiosas. Se lo presenta como muy estúpido, increíblemente
inteligente, o poseedor de secretos místicos. Los derviches
utilizan sus enseñanzas para ilustrar las ridículas características
que puede llegar a tener la mente humana. Para el sufismo, el
verdadero conocimiento comienza por aceptar el hecho de aparentar
ser un idiota frente al promedio de la gente normal. Solamente si
pasamos por la práctica de asumir nuestra idiotez y mostrarla
frente al mundo, podemos llegar a percibir la verdadera realidad. El
Mullah Nasrudin es considerado un gran maestro del sufismo,
justamente por tener el perfil de un loco, aunque siempre enseñe
—con su supuesta locura— los verdaderos secretos de la vida:
Nasrudin
siempre escoge mal
Todos
los días Nasrudin iba a pedir limosna a la feria, y a la gente le
encantaba hacerlo tonto con el siguiente truco: le mostraban dos
monedas, una valiendo diez veces más que la otra. Nasrudin siempre
escogía la de menor valor.
La
historia se hizo conocida por todo el condado. Día tras día grupos
de hombres y mujeres le mostraban las dos monedas, y Nasrudin
siempre se quedaba con la de menor valor. Hasta que apareció un señor
generoso, cansado de ver a Nasrudin siendo ridiculizado de aquella
manera. Lo llamó a un rincón de la plaza y le dijo:
—Siempre
que te ofrezcan dos monedas, escoge la de mayor valor. Así tendrás
más dinero y no serás considerado un idiota por los demás.
—Usted
parece tener razón —respondió Nasrudin—. Pero si yo elijo la
moneda mayor, la gente va a dejar de ofrecerme dinero para probar
que soy más idiota que ellos. Usted no se imagina la cantidad de
dinero que ya gané usando este truco. No hay nada malo en hacerse
pasar por tonto si en realidad se está siendo inteligente.
Los
griegos, que copiaron muy pocas cosas de los turcos, consideran sin
embargo las bromas de Nasrudín como parte de su propio folclore. En
la Edad Media los cuentos fueron ampliamente utilizados para
ridiculizar a la odiosa autoridad. Nasrudín fue entonces imitado
como parte del folclore turco, que reaparece luego en el Asia
Central y en el folclore siciliano. Hay huellas de sus historias
también en algunas fábulas atribuídas a Baldakiev, en Rusia, en
el Quijote español y en las Fábulas de María en Francia.
Los
cuentos del Mulá Nasrudín buscan, ante todo, romper con toda lógica
posible, hacernos entrar en una forma de pensar en la cual la
inteligencia tradicional sea una herramienta que de nada sirva. Hay
otro cuento del sabio idiota turco, que ilustra este hecho de una
manera divertida:
Nasrudín
y el Sabio Gramático
A
veces Nasrudín trasladaba pasajeros en su bote. Un día, un
exigente y solemne sabio alquiló sus servicios para que lo
transportara hasta la orilla opuesta de un ancho río. Al comenzar
el cruce, el erudito le preguntó si el viaje sería muy movido.
-Eso
depende talvez según…- le contestó Nasrudín.
-¿
Nunca aprendió usted gramática ? –
-
No- dijo el Mulá Nasrudín.
-
En ese caso, ha desperdiciado la mitad de su vida.-
El
Mulá no respondió.
Al
rato se levantó una terrible tormenta y el imperfecto bote de
Nasrudín comenzó a llenarse de agua. Nasrudín se inclinó hacia
su pasajero:
-
Aprendió
usted alguna vez a nadar ? –
-
No
– contestó el sabio gramático.
- En ese caso, amigo, ha desperdiciado TODA su vida, porque nos
estamos hundiendo !!!
El
sufismo niega la suposición de que el mero hecho de vivir nos haga
perceptivos. La lógica y la filosofía no nos ayudarán a alcanzar
la percepción. Incluso, como lo muestra una historia del Mulá
Nasrudín, no basta con tener conocimiento, si no sabemos cómo
usarlo:
Mulá
Nasrudin inició un viaje hacia tierras lejanas, motivo por el cual
se consiguió una cimitarra y una lanza. En el camino, un bandido
cuya única arma era un bastón, se le echó encima y lo despojó de
todas sus pertenencias.
Cuando
llegó a la ciudad más próxima, el Mulá contó su desgracia a sus
amigos, quienes le preguntaron como habría podido suceder que él,
estando armado con una cimitarra y una lanza, no hubiera podido
dominar a un ladrón armado con un modesto bastón.
Nasrudín
contestó:
-
El problema fue precisamente que yo tenía las dos manos ocupadas,
una con una cimitarra y la otra con una lanza. ¿Cómo creen ustedes
que hubiera podido salir airoso?
El
sufí busca a Dios a través del camino que pasa por su propio corazón.
En el tránsito, el encuentro con la realidad profunda de sí mismo
le lleva a la percepción verdadera que conduce al conocimiento.
Para los sufíes, la experiencia de la enseñanza debe desprenderse
de todo signo de intelectualismo. La experiencia sólo se da en
realidad con la vida diaria, o en algunos casos, bajo el aprendizaje
de un maestro. Cualquier tipo de método indirecto será, por
supuesto, mucho menos efectivo. Pues de ellos sólo nos llegarán
destellos de lo que se produce en una legítima enseñanza. Esto
queda patente en otro de los grandes cuentos atribuídos al
ingenioso Mulá Nasrudín:
La
Sopa de Pato
Cierto
día, un campesino fué a visitar a Nasrudín, atraído por la gran
fama de éste. Deseoso de ver de cerca al hombre más ilustre y más
idiota del país, le llevó como regalo un magnífico pato.
El
Mulá, muy honrado, invitó al hombre a cenar y pernoctar en su
casa. Comieron una exquisita sopa preparada con el pato.
A
la mañana siguiente, el campesino regresó a su campiña, feliz de
haber pasado algunas horas con un personaje tan importante.
Algunos
días mas tarde, los hijos de este campesino fueron a la ciudad y a
su regreso pasaron por la casa de Nasrudín.
-
Somos los hijos del hombre que le regaló un pato - se presentaron.
Fueron
recibidos y agasajados con sopa de pato.
Una
semana después, dos jóvenes llamaron a la puerta del Mulá.
-
¿Quienes son ustedes?
-
Somos los vecinos del hombre que le regaló un pato.
El
Mulá empezó a lamentar haber aceptado aquél pato. Sin embargo,
puso al mal tiempo buena cara, e invitó a sus huéspedes a comer.
A
los ocho días, una familia completa pidió hospitalidad al Mulá.
-
Y ustedes ¿quiénes son?
-
Somos los vecinos de los vecinos del hombre que le regaló un pato.
Entonces
el Mulá hizo como si se alegrara y los invitó al comedor. Al cabo
de un rato, apareció con una enorme sopera llena de agua caliente y
llenó cuidadosamente los tazones de sus invitados. Luego de probar
el líquido, uno de ellos exclamó:
-
Pero .... ¿qué es esto, noble señor? ¡Por Allah que nunca habíamos
visto una sopa tan desabrida!
El
Mulá Nasrudín se limitó a responder:
-Esta
es la sopa de la sopa de la sopa de pato que con gusto les ofrezco a
ustedes, los vecinos de los vecinos de los vecinos del hombre que me
regaló el pato !!!
Para
los sufíes, las normas del bien y del mal dependen de criterios
individuales o de grupos y no de hechos objetivos. Hasta que no
experimentemos esto internamente y lo aceptemos intelectualmente, no
seremos capaces de la comprensión interna.
Para llegar a ser
verdaderamente perceptivos es necesario romper siempre con la lógica
de la realidad que nos rodea, y jugar constantemente con la
posibilidad de negar esta lógica. El hecho de que la persona media
piense según unas pautas determinadas y no pueda adaptarse a un
punto de vista muy diferente, le hace perder gran parte del sentido
de la vida. Puede vivir, incluso progresar, pero no puede comprender
lo que ocurre. Una de las características más llamativas de la
supuesta “idiotez” del Mulá Nasrudín consiste en su enorme
capacidad de jugar con la realidad, dándole la vuelta para que
adquiera, en la mayoría de los casos, giros humorísticos. Las
siguientes historias ilustran este punto:
El
Regalo
Nasrudín
fue acusado con otro reo de haber robado al erario público. Había
dudas de quién sustrajo el dinero... si fue Nasrudín o el otro reo.
Nasrudín,
siempre astuto, le planteó a su abogado:
-Por
qué no le enviamos un regalo caro al juez para facilitar el proceso
de descargo?
-Tu
estás loco...ese juez es muy íntegro y te condenaría
irremediablemente.
Al
otro dia el juez, sin escuchar muchos argumentos, y de manera
tajante, condenó al otro reo. Entonces, al salir de la corte el
abogado de Nasrudin le pregunto:
-Qué
sorpresa! Yo juraba que
este caso lo perderíamos y que tú, Nasrudín, saldrías condenado.
Fué una suerte que le hubieras enviado el regalo caro...Me imagino
que así lo hiciste !
Nasrudin
contestó:
-Confieso
que así lo hice. Pero no resistí a la tentación de enviárselo a
nombre del otro reo !!!.
El
Contrabandista
Nasrudín
solía cruzar la frontera todos los días, con las cestas de su asno
cargadas de paja. Como admitía ser un contrabandista cuando volvía
a casa por las noches, los guardas de la frontera le registraban una
y otra vez. Registraban su persona, cernían la paja, la sumergían
en agua, e incluso la quemaban de vez en cuando.
Mientras
tanto, la prosperidad de Nasrudín aumentaba visiblemente.
Un
día se retiró y fué a vivir a otro país, donde, unos años más
tarde, le encontró uno de los aduaneros.
-
Ahora me lo puedes decir, Nasrudín, ¿Qué pasabas de contrabando,
que nunca pudimos descubrirlo?
-
Asnos - contestó Nasrudin.
La
anterior es una alegre muestra de lo crucial que es poder andar en
el umbral entre la locura y la cordura, en darnos cuenta que a veces
andamos dormidos por no dar significado a lo que verdaderamente
importa. Talvez no seamos más que una multitud de locos que
deambulan por el mundo recordando algo que se nos olvidó: que la
vida es mucho más sencilla de lo que parece, si despertamos esos
destellos de locura, de la que nos hablan los sufíes. El mundo en
guerra actual nos anima a condenar a unos a favor de otros, en caer
en la solidaridad virtual sin límites, en condenar en vez de crear;
Nasrudin nos muestra que sólo la locura nos salva de la locura; el
reto es ser más locos que los locos, como lo dice el principio de
discontinuidad: “ cuando estamos demasiado acostumbrados a algo
nos queda imposible verlo diferente “[1]…
no será que continuamos criticando las instituciones, la guerra, la
violencia y todo lo establecido, sin situarnos realmente en el campo
de lo imposible ? El genial Bernard Shaw se preguntaba un día: la
gente se fija en lo que existe y se pregunta: por qué ? Yo me fijo
en lo que no existe y me pregunto: por qué no ?